lunes, 1 de agosto de 2011

XLII. Salem | King Night




















King Night
©Iamsound. US, 2010.


Desde el 2008 que vienen sacudiendo el ambiente con Eps y entregas de tiraje limitado, el trío de Michigan se ha convertido en un bastión para el nuevo ruido electrónico ensombrecido y estandarte de 'la novedad del año', el tan mentado y emocionante Witch House, que por supuesto también nos ha encandilado a nosotros.
Les veníamos siguiendo con cautela en la espera de su primer Lp, el que ha sido publicado por IAmSound Records este 28 de septiembre bajo el nombre de "King Night" y viene espeso, hiriente, desolador, maldito a fin de cuentas.
No había otra forma cuando John Holland, Heather Marlatt y Jack Donoghue desde un comienzo han sobrecargado las atmósferas electrificadas con un clamor que pareciera venir desde los subterráneos más siniestros de la America del Norte.
Tomando sustancias en descomposición de la vieja darkwave, el hip hop más fisurado y el shoegaze experimental dan vida (o traen desde la misma muerte) a un engendro apabullante, narcótico y fascinante. Desde un principio se siente el latigazo, "King Night" tema inicial que se suspende en una especie de misa negra atormentada por teclados extensos, aparataje espásmodico y percusiones desafiantes, una verdadera ópera diabólica, Dead Can Dance pero en mala.
Los Salem no se guardan nada, no dan concesiones de ningún tipo en su música tétrica, todo está dispuesto aquí para el daño y el embrujo, te vas discretamente o lo tomas como la droga tan esperada. "Asia" es el primer single del disco, una marea dislocada y ácida que en su interior porta la voz Medium de Heather comunicándose en forma directa con un universo mortecino, dimensiones paralelas e invisibles que deprimen el espacio sonoro a pesar del ruido reinante.
"Frost" podría sacudir a los románticos de atuendo oscuro, Cocteau Twins intervenidos por un cortocircuito de sistemas peregrinos y otra vez los ritmos en total autarquía.
Tuercen el rostro en "Sick", esto es hip hop del más allá, retomando el camino que el trip-hop no quizo profundizar (Tricky queda como un niño de pecho), sombras fantasmales que se apoderan del espíritu gangsta, triturándolo en un hábil funeral.
A este punto es bueno reconocer que Salem exhibe en su disco debut una fuerza poco usual, la maquinaria que tiembla en busca de un reducto desconocido, la ofrenda libre para un nuevo carácter, se elevan, se retuercen y se agigantan cerrando cualquier salida entre las reverberaciones del trance y la oración.
Asfixiando en los límites del rap, si había una forma de experimentar entre tanta capucha, "Trapdoor" podría ser un punto de convergencias para una tropa amorfa y protestas callejeras hacia un cambio verdadero.


Raúl Cabrera H.



 

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