lunes, 14 de enero de 2013

CLXXXII. Love Cult | Fingers Crossed





















LOVE CULT
Fingers Crossed
©Public Information. UK, 2012.


"En el Noreste de Rusia (aquel inmenso país atrapado en la historia −para bien o para mal−) se encuentra la ciudad de Petrozavodsk, más cercana a la península escandinava que al centro de Rusia, esta región es conocida como República de Carelia. Y como esta no es una lección de geografía debemos decir que desde ese lugar viene uno de los proyectos musicales que (sobre todo este año) nos ha mantenido alerta en el laboratorio esquimal, me refiero a Love Cult, dúo (sentimental además) formado por Anya Kuts e Ivan Afanasyev, claro que era necesaria toda esa intro cuando estamos frente a una cración sonora aislada y distintiva a lo que solemos recibir. Por ahí en mayo reseñamos 2 de sus casettes anteriores, "Sobaki, Volki" (2010) y "Nebulaes" (2011), extasiados disfrutamos de esa oscuridad distante que sale del aparataje manipulado y de la voz-ondina de Anya que hipnotiza y te lleva de exploración por las honduras más alucinantes.
Ahora toda esa magia vuelve con este flamante primer LP, "Fingers Crossed" publicado por el sello londinense Public Information, el formato largo ayudará sin dudas para una mayor propagación del mantra drónico que nos proponen. Un trayecto que no es fácil de buenas a primeras, hay que estar paciente y agudizar bien las antenas, los espacios auditivos son siempre deformados, ya sea por grabaciones fantasmales (tomadas de alguna escucha en onda corta de madrugada) como en "Wall Rug", o por esa creatividad austera y repetitiva sacada de las sombras y el frío ártico ("Kantele"), el asunto es que la música de Love Cult se encuentra envuelta bajo un manto onírico, abstracto, como una visión borrosa de vivencia casi inconciente, perdida en los avatares de las estaciones, sin embargo la clarividencia sonora de la pareja nos sorprende con arrullos tan sútiles como la titular "Fingers Crossed", cercanos a este lago nos sentimos como en casa, de vez en cuando uno imagina un ambiente que extienda calma y plenitud, y los Love Cult lo consiguen en este nimbo ocultista y maquinal, el ruido como fuente de pureza profunda.
La última parte del disco se abre con el bajo palpitante de "Knoeledge", el canto de Anya flota en la ventisca de circuitos esparcidos por Ivan y las grabaciones espectrales de otro tiempo, cuanto tiempo en la aldea nortina viendo pasar los años y las acciones, alejados de las multitudes flagelantes, procesiones y fragmentos que siguen tras la lentitud de "Palinode", la desfiguración, el diseño no comunicado, el noise congelado de "Place To Get Lost In" nos despide sin temor al colapso penitente, sino que siendo parte del tornado, girando, soñando despiertos en la habitación de cristal."

Raúl Cabrera H.