lunes, 12 de diciembre de 2011

CL. Hungry Lucy | Apparitions



















Apparitions
©Fishtank Soundworks. US, 2000.


‟Noche húmeda, noche lluviosa, desesperada… el paisaje a lo lejos plomizo y mi corazón distraído, perturbado; noche bella, triste noche, la ausencia de las estrellas no me inquieta, sé que están ahí aguardando detrás de ese inmenso telón horizontal umbroso, que llora incesantes migajas de agua como de vástagos se ahoga el mundo. Procedo. Necesito música, ese corazón distraído que cubro con armadura endeble, y que no encuentra paliativo perpetuo, clama por un destello, por alguna resonancia del espacio que ambicione varar en esta inhóspita estancia. Busco por entre los cajones de ese inmenso mueble que embellece grotescamente mi habitación, ultrajó cada uno de sus rincones, no entiende el porqué de mi acosador trato el herrumbroso armatoste, pero seguro agradeció el final estridente de mi búsqueda alocada, cuando despojé de su cansado interior, alejado de la realidad y la luz, un disco extraño. Los coloco, el disco en su lugar y mi ser en otro… no entiendo lo que pasa pero sé que estoy hipnotizado, o quizá solamente he pedido auxilio del alelamiento, caótico, lujurioso… las sombras se extienden, me tienden su irreparable contoneo, las notas vacilan por la habitación, chocan entre sí, se reservan la pantomima de su jugueteo y me la conceden al final con altanería. Malvadas. Allá, fuera de este refugio, detrás de esa inmensa ventana, de ese ojo cuadrado y furtivo que me comunica con la realidad, el sonido fastidioso de los brotes celestiales, que al impactarse con todas esas superficies agobiadas por el frío, el agua y las energías que sostienen, crean pequeños conciertos, efímeros y desestimados, que me recuerdan que aún tengo algunas invitadas difuminadas y ennegrecidas bailando para mí, están ahí, por todas partes; afortunadamente están ahí enloquecidas por esa voz humana, femenina, dulce y encantadora que sabe postrarse por encima de esa vestidura musical que la cobija en ritmo monótono, decadente y sempiterno. Divinos momentos, ya extintos, se instalan en mi mente  y aunque el bacanal de sombrías y primitivas siluetas se desdibujo, me queda el cobijo de esta fría noche, de esa bruma lobrega que atiza las calles y que armoniza mi guarida.

Me queda claro que hay discos para escuchar, la gran mayoría; los menos son para sentir, para soñar y para suspirar, este es uno de ellos…‟

Crimsondelator



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